martes, 29 de noviembre de 2011

Sally bailaba sensualmente contoneando sus caderas de un lado para otro. Había dejado tras de  sí un reguero de ropa a lo largo de toda la habitación, y ahora, llevaba únicamente un pañuelo semi-transparente de color azul, lo que resaltaba sus ojos.
Él estaba atónito, impresionado, tenía los ojos abiertos como platos y por supuesto, no podía apartar su mirada de ella, pero curiosamente, no se fijaba en su suave cuerpo desnudo, sino en su cara, sus ojos, su sonrisa. Esa sonrisa mágica, una vez que la veías quedabas cautivado por ella, como hipnotizado.
Sally se estaba acercando a él muy lentamente, cada vez más. Entonces le susurró:
- Había pensado que si tal vez no tuvieras nada que hacer mañana yo dejaría lo que tenía que hacer para poder hacerte compañía
- ¡Wow! Explícame bien eso, Sally - Contestó el todavía embobado.
- Si, verás, que si mañana, por lo que sea, no quieres ir a clase, yo podría hacer que pasaran lista en mi nombre y quedar contigo - Decía pegándose aún más a él, a la vez que le daba un pequeño lametón en la oreja.
- Mmm... Sigo sin entenderlo bien. ¿Podrías concretarme un poco más, por favor?
- Siii, a ver si con un ejemplo lo entiendes mejor - Contestó y comenzó a recorrer su cuello a besos poco a poco.
- ¿Y bien? - Preguntó él impaciente.
- Vamos a ver, Tom - contestó bruscamente - me parece que no lo estás pillando. Me refiero a que tal vez podríamos estar un rato tu y yo... no se si me entiendes - decía a la vez que con la mano le recorría el cuerpo de arriba abajo desde el pecho.
- ¡De verdad, qué complicadas sois las mujeres, no hay quien os entienda! - Admitió Tom finalmente.

sábado, 26 de noviembre de 2011

El tren corría veloz por las vías, solo se detenía de vez en  cuando en la estación de turno, momento en el que grandes masas de gente abandonaban el vagón, dejando hueco a su vez para la multitud que se apretujaba a ambos lados de las puertas para poder entrar.
Ella iba sentada. Milagrosamente, hoy no había tenido más que esperar cinco minutos para poder conseguir un sitio, y ahora leía embelesada. De vez en cuando sobresaltada, salía de su embelesamiento y preocupada miraba el panel que anunciaba la siguiente estación "¡uf! No es la mía" Pensó esa vez.
El tren volvió a detenerse y ocurrió lo mismo que en las anteriores estaciones. Pero ella seguía leyendo, como si el resto no existiera. Y de pronto, oyó una voz que le era familiar. Levantó la cabeza y lo vio,  allí, de pie, junto a la puerta. Hacía mucho que  no le veía. Habría reconocido su voz en cualquier parte. Hubo un tiempo en el que el haberle encontrado habría supuesto que ese día normal pasara a ser genial.
Pero no esta vez. Él no lo merecía. Sus miradas se encontraron. Le sonrió y bajó la cabeza. Siguió leyendo tranquila, el libro estaba en la parte más emocionante, incluso se permitió soltar una suave carcajada, no solo por el libro, sino por lo absurdo de la situación. Y él, siguió conversando, pero no se la podía sacar de la cabeza. Le daba vueltas una y otra vez, como arrepintiéndose del pasado."¿Y esa mirada risueña?"

jueves, 24 de noviembre de 2011

-¡Dios mio! No puedo más. Si sigo así moriré.
-¿¡¡Quééééé!!?
-Vale, no, rectifico. He muerto en vida
-¡No te lo permito!
-Ya es un hecho
-Pues no, porque no me van los muertos, ¿sabes? Y tu en cambio si me vas. Me vas mucho. De hecho, me vas del todo.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Era uno de esos días en los que se sentía egoísta. A la mínima se enfadaba con el mundo injustamente. ¿¡Cómo que injustamente!? De eso nada. Tenía toda la razón del mundo. Bueno, igual puede que exagerase un poco. Aunque pensándolo bien...Vale, mira, no sabía, la verdad era que ni ella misma se comprendía. Así que se levantó decidida. Cogió el primer bolso que encontró en el armario y tras meter furiosamente el monedero, y varias cosas más, salió de la casa dando un portazo. Caminaba veloz, pisando con fuerza y maldiciendo al mismo tiempo. Estaba furiosa, realmente furiosa. ¡Maldito mundo y maldita su gente egoísta! 

viernes, 18 de noviembre de 2011

-Entonces, mírame a los ojos y repíteme que no me amas.
-No te amo.
-¡Oh! No te creo, debes de estar mintiendo, no me estabas mirando fijamente.
-Si lo hacia. No te amo...
-¡Excusas baratas! ¿¡Oh, por qué a mi, mundo cruel!?
-Para ya, en serio. Que estamos en pleno vagón de metro y la gente me está empezando a mirar raro...
-¡Después de todo lo que hemos pasado! ¡Me rompes el corazón!
-De verdad. Deja de seguirme. ¡Si ni siquiera nos conocemos!
-Ay que ver que tiquis miquis está la gente últimamente con eso de hablar solo con personas que conoces...

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Era de noche, y como de costumbre ella se encontraba sentada delante del ordenador esperándole. ¿Cómo de costumbre? No exactamente. Aquella no era su noche,
de hecho, tampoco había sido su tarde y mucho menos su mañana. Era de estos días asquerosos en los que solo sabe culpar a todo el planeta de su tedio, de su
mala suerte, de su... de su lo que sea. Pero claro, después del enfado viene el bajón, y ¿qué pasaba? Simple: que ahora se sentia culpable. ¿Sería culpa suya
que él no apareciera hoy? Cualquier otro día pensaría que está con sus amigos o algo así, pero hoy, lo único que podía hacer era culparse a si misma. Y de
pronto, cuando menos se lo esperaba, ahí estaba él, como siempre. Vale, igual había exagerado un poco, pero, es que todo le resultaba tan dificil que a la mínima se venía abajo, y, sin embargo, él siempre conseguía que pensara en positivo. Tampoco entendía por qué seguía aguantandola, pero intentaba no pensarlo, porque, a fin de cuentas, ahora todo estaba bien,  ¿no?

martes, 8 de noviembre de 2011

-Y entonces me dijo eso. ¿Te lo puedes creer?
- ...
- ¡Qué desfachatez!
- Perdona, pero es que...
- Claro que yo no me quedé callada... ¡Faltaría más!
- Disculpa...
- ¡Calla calla! Que ahora viene la mejor parte. Cogí y le dije, así con todo el morro...
- ¡OYE!
- ¡Ay! ¡Qué brusca eres! ¿Qué te pasa? ¿Qué quieres?
- No te conozco de nada, no se por qué me estás contando todo esto
- ¡Ya estamos! Qué manía tiene todo el mundo con eso de que contarle tu vida a un extraño no esté bien visto...

lunes, 7 de noviembre de 2011

Comienzos. Unos más fáciles que otros, como todo. Pero ella sabía que tenía que darlo todo, porque ya sabes, rendirse al principio no está bien visto.