miércoles, 9 de noviembre de 2011

Era de noche, y como de costumbre ella se encontraba sentada delante del ordenador esperándole. ¿Cómo de costumbre? No exactamente. Aquella no era su noche,
de hecho, tampoco había sido su tarde y mucho menos su mañana. Era de estos días asquerosos en los que solo sabe culpar a todo el planeta de su tedio, de su
mala suerte, de su... de su lo que sea. Pero claro, después del enfado viene el bajón, y ¿qué pasaba? Simple: que ahora se sentia culpable. ¿Sería culpa suya
que él no apareciera hoy? Cualquier otro día pensaría que está con sus amigos o algo así, pero hoy, lo único que podía hacer era culparse a si misma. Y de
pronto, cuando menos se lo esperaba, ahí estaba él, como siempre. Vale, igual había exagerado un poco, pero, es que todo le resultaba tan dificil que a la mínima se venía abajo, y, sin embargo, él siempre conseguía que pensara en positivo. Tampoco entendía por qué seguía aguantandola, pero intentaba no pensarlo, porque, a fin de cuentas, ahora todo estaba bien,  ¿no?

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