lunes, 21 de noviembre de 2011
Era uno de esos días en los que se sentía egoísta. A la mínima se enfadaba con el mundo injustamente. ¿¡Cómo que injustamente!? De eso nada. Tenía toda la razón del mundo. Bueno, igual puede que exagerase un poco. Aunque pensándolo bien...Vale, mira, no sabía, la verdad era que ni ella misma se comprendía. Así que se levantó decidida. Cogió el primer bolso que encontró en el armario y tras meter furiosamente el monedero, y varias cosas más, salió de la casa dando un portazo. Caminaba veloz, pisando con fuerza y maldiciendo al mismo tiempo. Estaba furiosa, realmente furiosa. ¡Maldito mundo y maldita su gente egoísta!
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